Cuando a nuestro gustito por los baños de inmersión le sumamos paisajes naturales encantadores obtenemos un tipo de turismo especial. En estas vacaciones, las aguas termales pueden purificarnos del cansancio acumulado y volverse la excusa idónea para explorar nuevos lugares del NOA.
Como parte de esa fusión tan peculiar de climas y vegetación que conforman las Yungas de Jujuy, en la localidad de San Francisco se encuentran las Termas del Jordán.
El espacio se caracteriza por la belleza visual que regalan sus piletones de agua cálida; con reflejos en tonos turquesas y verdes. Sin ningún tipo de infraestructura adicional, el placer de pasar un tiempo “en remojo” se completa con la exuberante vegetación (propia de las selvas de montaña) que nos rodea.
“Lo que más sorprende a los visitantes que pisan la región por primera vez es precisamente el color del agua. Este se debe a la gran concentración de azufre y demás minerales que posee”, indica el operador turístico Marcos Jesús Pietra.
El resultado de ese combo de propiedades repercute en nuestra salud. Disfrutar de una hora de relax tapados hasta el cuello aporta grandes beneficios para la piel, alivia las contracturas musculares y mitiga algunos problemas reumáticos.
Según la zona en la cual nademos, la profundidad ronda entre los 30 centímetros a los dos metros. Por el resto, la temperatura del agua suele rondar los 30 °C.
El segundo encanto del destino alude a una cuestión de temporalidad. “Las piletas solo pueden visitarse durante esta época del año porque luego (durante el verano) el terreno se vuelve inaccesible debido a las continuas lluvias”, agrega.
Sendero
Para llegar hasta alguno de los tres ojos de agua que integran las termas, primero nos toca una ardua caminata.
El circuito de trekking inicia sobre la Ruta Provincial N° 83 y posee una dificultad media alta. Por tal motivo, es necesario disponer de un estado físico óptimo para aguantar la exigencia. Sobre todo porque el trayecto de regreso es en pendiente.
En total, la ida tarda alrededor de dos horas y medias; y la vuelta tres horas y media. La mayoría de las visitas contemplan la permanencia de hasta dos horas en las termas.
Una opción intermedia para no quedarnos con las ganas, es iniciar el recorrido a pie y regresar a caballo. Decantarnos por esta idea requiere solo coordinar los detalles con antelación.
A tener en cuenta
La recomendación principal es vestir indumentaria deportiva cómoda y calzado resistente. Además, de contar con protector solar, gorra, repelente para insectos, maya y alguna toalla para secarnos.
Tampoco deben faltar las botellas de agua y algunos alimentos ligeros (frutas, barras de cereal, etcétera) para recobrar la energía perdida.
El camino carece de cestos de basura por lo cual, se pide a los turistas transportar cualquier residuo de regreso. Pese al disfrute de una escapada paradisíaca, preservar la flora y la fauna local depende 100 % de nosotros.
Escapadas extras
Nuestro viaje a las Yungas no estaría completo sin conocer el Parque Nacional Calilegua. A lo largo de 76.306 hectáreas protegidas, nuestros ojos se maravillan con cerros tapizados de pastizales, arroyos y árboles autóctonos de gran porte (entre ellos, el cedro, tipa y palo amarillo).
Tampoco viene mal un paseo por el pueblo de San Francisco. Fiel al espíritu del turismo rural y comunitario, sus pobladores ofrecen artesanías en cuero y lana, productos apícolas, textiles tradicionales y actividades vivenciales en contacto con la tierra.
También existen varios almacenes especializados en plantas medicinales y biocosmética.